ARAÑAS DE SEDA DE ORO
La familia de los nefílidos ( Nephilidae) conforma un grupo pequeño, de tan solo cuatro géneros, dentro del gran suborden de los aracnomorfos. Sin embargo a pesar del escaso número de representantes, algunas de estas arañas despiertan la admiración tanto de los aficionados como de los estudiosos del mundo los bichos.
CLASIFICACIÓN
Tipo: Artrópodos
Subtipo: Quelicerados
Clase: Arácnidos
Orden: Arañas
Suborden: Aracnomorfos
Familia: Nefílidos
LA ALIMENTACIÓN
Las arañas de seda de oro son insectívoras y, mas concretamente, devoradoras de insectos voladores, que son los que más posibilidades tienen de quedar atrapados en los hilos de seda de su telaraña. La resistencia de lo hilos de seda producidos por estas arañas, en especial las del género nephila, es extraordinaria, y en ellos quedan atrapados incluso insectos muy fuertes entre los que se encuentran grandes escarabajos, que acaban siendo devorado por la araña después de haberlos rodeado con un envoltorio de seda que les impide cualquier movimiento. Sin embargo sus presas más frecuente son insectos del tamaño de las abejas ,las mariposas, los saltamontes o las avispas, mucho más manejables para ellas.
LA REPRODUCCIÓN
Las tareas reproductoras de los nefílidos cuentan con aspectos característicos. Lo primero que sorprende al observador es la enorme diferencia de tamaño entre el macho y la hembra, algo que en principio podría poner en serio peigro al macho, que parece una presa fácil para su gigantesca compañera . Sin embargo, no se trata de un hecho frecuente, sino que en la mayoría lo que sucede es que, tras la cópula, el macho se queda a vivir una temporada en la tela de la hembra. Una vez que los huevos han sido fecundados, la hembra lleva a cabo la puesta. Poco después nacerán las arañitas, que permanecerán un tiempo en la tela de su madre, formando un grupo más o menos numeroso.
LA MUDA
La muda constituye una actividad muy importante para esta arañas, y la llevan a cabo incluso durante su vida de adultos. La cutícula quitinosa que conforma su exoesqueleto se va desgastando, y para la araña es fundamental conservarla en buenas condiciones. Por ese motivo, con cierta periodicidad la araña se cuelga de su tela y entra en un aparente estado de letargo. Poco a poco la cubierta vieja se va rompiendo, y de su interior emerge un individuo exactamente igual al anterior, pero con un <<envoltorio>> nuevo, aunque mucho más blando, pues la cutícula aún no se encuentra totalmente endurecida y deberá pasar un tiempo hasta que el contacto con el aire la transforme en el resistente exoesqueleto característico. En determinadas especies los machos aprovechan los momentos posteriores a la muda de las hembras para copular con ellas, pues entonces son más vulnerables y, por tanto, menos peligrosas.
LA REPRODUCCIÓN
Las tareas reproductoras de los nefílidos cuentan con aspectos característicos. Lo primero que sorprende al observador es la enorme diferencia de tamaño entre el macho y la hembra, algo que en principio podría poner en serio peigro al macho, que parece una presa fácil para su gigantesca compañera . Sin embargo, no se trata de un hecho frecuente, sino que en la mayoría lo que sucede es que, tras la cópula, el macho se queda a vivir una temporada en la tela de la hembra. Una vez que los huevos han sido fecundados, la hembra lleva a cabo la puesta. Poco después nacerán las arañitas, que permanecerán un tiempo en la tela de su madre, formando un grupo más o menos numeroso.
LA MUDA
La muda constituye una actividad muy importante para esta arañas, y la llevan a cabo incluso durante su vida de adultos. La cutícula quitinosa que conforma su exoesqueleto se va desgastando, y para la araña es fundamental conservarla en buenas condiciones. Por ese motivo, con cierta periodicidad la araña se cuelga de su tela y entra en un aparente estado de letargo. Poco a poco la cubierta vieja se va rompiendo, y de su interior emerge un individuo exactamente igual al anterior, pero con un <<envoltorio>> nuevo, aunque mucho más blando, pues la cutícula aún no se encuentra totalmente endurecida y deberá pasar un tiempo hasta que el contacto con el aire la transforme en el resistente exoesqueleto característico. En determinadas especies los machos aprovechan los momentos posteriores a la muda de las hembras para copular con ellas, pues entonces son más vulnerables y, por tanto, menos peligrosas.
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